
Taller sobre autolesiones en la DGAS
Jorge García Rabía
El viernes 28 de marzo se llevó a cabo el taller “Alternativas más allá del dolor en la piel. Comprendiendo las autolesiones”, en el aula académica de la Dirección General de Atención a la Salud (DGAS). Este evento, dirigido a la comunidad estudiantil de la UNAM, fue impartido por Andrea Hernández Zamayoa, Marilu Bobadilla Téllez y Miguel Ángel Sánchez Rodríguez, residentes de la Maestría en Medicina Conductual.
Durante la sesión, también estuvo presente el Dr. Carlos Silva Ruz, jefe del Departamento de Salud Mental de la DGAS. En su intervención, Miguel Ángel Sánchez destacó que la incidencia de autolesiones a nivel global es del 38.9% en estudiantes, mientras que en México varía entre el 12.03% y el 26.90%.
Las autolesiones pueden presentarse con o sin intención suicida y manifestarse de diversas formas, como golpes, quemaduras, cortes o escarificaciones, muchas veces con el propósito de dejar cicatrices con formas específicas. Generalmente, estas conductas autoinfligidas funcionan como un mecanismo para afrontar situaciones difíciles.
Rompiendo mitos sobre las autolesiones
Existen diversos mitos en torno a esta problemática que pueden generar discriminación y dificultar el acceso a apoyo adecuado. Entre ellos, la creencia de que las autolesiones son un intento de manipulación o una simple búsqueda de atención, o que quienes las realizan son personas débiles y no merecen ayuda porque "se lo buscaron". Estos estigmas dificultan la comprensión del problema y el acceso a tratamiento.
En realidad, la conducta autolesiva suele estar relacionada con la necesidad de alcanzar un estado de calma, reducir la angustia, experimentar una sensación de control o generar una estimulación intensa. Las personas que recurren a ella suelen reportar sensaciones de alivio, relajación e incluso bienestar temporal.
Estrategias para afrontar las autolesiones
El objetivo del taller fue proporcionar a los participantes herramientas y técnicas que les permitan afrontar situaciones difíciles sin recurrir al daño.
Una de las principales estrategias presentadas fue el termómetro de las emociones, una herramienta gráfica que ayuda a identificar y clasificar la intensidad de una emoción en una escala numérica. De esta forma, las personas pueden reconocer el nivel de dificultad que una situación representa para ellas y aplicar estrategias adecuadas para manejarla.
Entre las técnicas abordadas se encuentran:
• Ejercicios de respiración pausada y relajación muscular progresiva, recomendados para niveles bajos en el termómetro de las emociones.
• Mnemotecnia TIPP (Temperatura, Ejercicio intenso, Respiración pausada y Relajación muscular progresiva), para situaciones de mayor intensidad emocional.
• Método STOPP (Stop -detente-, Toma un paso atrás, Observa la situación y Procede con atención plena), útil para detener impulsos automáticos y regular emociones intensas.
Marilu Bobadilla explicó que la relajación muscular progresiva ayuda a disminuir la intensidad emocional al desviar la atención hacia estímulos físicos, combinando tensión y relajación muscular con técnicas de respiración.
Buscar apoyo es clave
El acompañamiento de un profesional es fundamental en estos casos. Aunque estas técnicas pueden ser útiles, es recomendable combinarlas con tratamiento especializado.
“Nunca es un mal momento para acercarse a los medios de apoyo”, concluyó Miguel Ángel Sánchez.